Beethoven (Bonn 1770 – Viena 1827).
Uno de los hechos afortunados en el estudio de los procesos creadores es que se haya conservado un número sustancial de los esbozos de Beethoven. Muchos de ellos llegaron hasta nosotros en forma de cuaderno de notas, que contienen no sólo bocetos de los pensamientos iniciales que se le ocurrían de pronto, sino también el desarrollo elaborado de ideas.
El primero de estos cuadernos de esbozos se publicó en 1865. Estos cuadernos eran compañeros inseparables de Beethoven: “Siempre llevo conmigo uno de estos cuadernos y, si se me ocurre una idea, la anoto inmediatamente. Aun durante la noche, cuando se me ocurre algo, me levanto, si no me olvido de la idea”. Esa era la manera en que Beethoven creaba desde su juventud. Anotaba y esbozaba rápidamente los sonidos que bullían en su interior. Beethoven recurría a cualquier clase de papel: facturas, correspondencia, páginas sueltas de casi todos los tamaños, páginas vacías del calendario y todas las clases posibles de hojas sueltas que doblaba y llevaba consigo en sus bolsillos durante sus caminatas.
En estos cuadernos y notas de Beethoven pueden discernirse varios tipos de esbozos:
Un tipo de esbozo, es el que tiende a la conquista de motivos, temas, melodía.
Otro, en el que pone a prueba la utilidad de un tema ya elegido para el desarrollo posterior de un movimiento.
En otros casos Beethoven apunta específicamente a la forma, aceptando y rechazando pensamientos con la vista puesta claramente en un esquema final determinado.
A veces la dinámica y el colorido sonoro asumen una parte importante.
En general, los diversos tipos de esbozos de Beethoven se superponen libremente. Su enfoque es siempre distinto, no se subordina a ningún esquema preestablecido.
Haydn de regreso a Viena tras su primera visita a Inglaterra, dio lecciones a Beethoven desde Diciembre de 1792 hasta Enero de 1974, en que se marchó para pasar otro año en Londres. Cuando Haydn regresó en 1795 de su segundo viaje, escuchó en una sesión los tríos de su alumno, cometiendo la imprudencia de aconsejarle que no publicase el de Do m. Beethoven, consciente de que era el mejor, se indignó, y por algún tiempo las relaciones entre ambos se mantuvieron distantes.
En las lecciones antes mencionadas, Beethoven debió de haber adquirido seguramente de Haydn, entre otras cosas, un espíritu aventurero en lo que respecta a las tonalidades. Mozart no era nada arriesgado con éstas, estableciendo casi siempre en sus tiempos lentos en la subdominante. Beethoven escribió el movimiento lento de su Trío en Sol M Op.1 nº 2 en la inesperada tonalidad de Mi M.
Beethoven escribió los siguientes tríos para violín, violoncello y piano:
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