En general, se utilizaba para referirse a lo que era moderno, de actualidad, a la última moda, que se oponía a lo viejo, lo rancio, lo pasado de moda y al pasado.
El estilo galante en música trataba de ser algo similar al estilo pintoresco de las artes y la arquitectura. Su principal objetivo era atraer a un amplio público y, por esa razón, la música debía ser sencilla y natural, tanto desde la perspectiva del oyente como la del intérprete. La ausencia de exigencias técnicas debe entenderse como un objetivo estético deliberado de una música destinada a un público universal.
El estilo galante es una forma de componer antes que la denominación de un periodo. Surgió en oposición al estilo erudito, elaborado con un rígido contrapunto y entramado polifónico (Bach, Händel), y ya apareció en el barroco tardío como estilo libre, especialmente para clave y en la música de cámara. Gracioso, fácilmente comprensible y entretenido, se dirige a los aficionados antes que a los expertos, da preponderancia al melodismo cantabile y presenta una ligera ornamentación, ágil acompañamiento sin número de voces fijo.
La polifonía fue abandonada, hasta el extremo de que las partes acompañantes se subordinaron completamente a la línea melódica principal. Para romper los acordes, que armónicamente funcionaban como soportes fundamentales, se emplearon diversos procedimientos, la mayoría novedosos, que a la larga, resultaron duraderos: diferentes diseños de “bajo de Alberti” (en honor al compositor Domenico Alberti (1710-1740), en cuyas sonatas para clavicémbalo la melodía se apoya en este tipo de acompañamientos, rítmicamente activos aunque completamente subordinados). Pronto se convirtieron en un rasgo generalizado de la música de la época y pueden encontrase en la música de Mozart.
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